Los Tinaos (Espacios escénicos)
El tinao es uno de los elementos más característicos del urbanismo tradicional de la Alpujarra. Esta solución arquitectónica crea espacios cubiertos a modo de cobertizo o pasaje, que conectan calles, viviendas y cuadras.
En estos espacios bajo techo lo público y lo privado se difuminan, en ocasiones son producto de una apropiación privada de lo público al construir una habitación sobre la calle, y en otros existe una cesión de parte de la parcela para dejar un paso entre calles, tan necesario en el intrincado entramado viario propio de los pueblos de la Alpujarra.
Estructuralmente sigue los parámetros constructivos de la arquitectura de la zona, se compone de vigas o rollizos de madera, castaño en su mayoría, alfarjías transversales y lajas de pizarra. En ocasiones los tinaos tienen encima estancias de las casas colindantes, otros quedan cubiertos por las características terrazas alpujarreñas (terraos) hechas a base de malhecho (mezcla de tierra y gravilla) y launa (arcilla impermeable hecha con pizarra descompuesta).
Existen varios tipos de tinaos. Tinaos de paso, probablemente el más característico, apoya las vigas principales en los muros de las casas de ambos lados de la calle y forma un pasaje que conecta dos calles. Tinaos en viviendas, en este caso se dispone bajo una única vivienda, aun siendo un espacio público suele tener un uso semiprivado, es el menos habitual en la comarca pero podemos encontrarlo callejeando por la Alpujarra. Tinaos adosados, a diferencia de los tinaos de paso, estos solo apoyan en la fachada de una casa quedando el otro frente abierto, la estructura apoya de un lado en la fachada de la casa y por el otro en pilastras de piedra a modo de soportal. Este tipo de tinaos, que en su momento se construyeron con fines puramente prácticos, ahora constituyen magníficos miradores para deleite de las miles de personas que anualmente visitan la zona. Y el Festival Sulayr los ha convertidos en espacios escénicos.
Origen de los Tinaos
El origen de los tinaos tenemos que buscarlo en la inteligente manera de adaptar el medio construido a un medio natural adverso por su complicada topografía, ideada en época musulmana.
Si bien la Alpujarra presenta evidencias de poblamiento desde el Neolítico, fue durante la edad media cuando se formaron y consolidaron los núcleos urbanos de la comarca.
El proceso de crecimiento por agregación y adaptación a la topografía se configuró especialmente a partir del asentamiento de los moriscos expulsados de Granada en el siglo XV.
El crecimiento orgánico de los núcleos, como el de Pampaneira, ha generado estructuras urbanas y compositivas muy complejas, con evidente valor plástico, que no responden a ningún esquema o planeamiento previo, y que, salvando las distancias, nos puede recordar (en versión serrana), a las medinas del norte de África donde abundan estos cuerpos volados sobre la vía pública.
La irregularidad de la trama constituye uno de los invariantes arquitectónicos de más valor de este ámbito.
La adaptación a una topografía complicada y el entendimiento de la calle como un espacio de dilatación del ámbito privado, dieron lugar a los tinaos, adarves, zaguanes y terraos, rasgos de identidad de estos tejidos urbanos que crean secuencias de gran riqueza espacial y compositiva.
Los significados
El urbanismo tradicional de la Alpujarra entiende la calle como un espacio de relación e intercambio, incluso como una prolongación de las viviendas, de ahí el carácter público-privado de los tinaos. En estos espacios se desarrollaban procesos de almacenamiento y transformación de los productos agrícolas que favorecían las relaciones vecinales, y además protegían de las inclemencias climáticas sobre todo de las severas nevadas invernales.
A lo largo de los siglos, estos espacios de socialización y trabajo compartido, han albergado artesanías características de la zona como los telares, que a veces se instalaban en estancias interiores de la vivienda y otras veces en los tinaos. Desde época medieval se trabajó en estos espacios la lana, la seda y el lino, la seda entró en crisis en el siglo XIX pero el trabajo con lana perdura hasta la actualidad. La escasez de la posguerra trajo consigo lo que se ha venido llamando ‘economía del desperdicio’ en la que se reciclaban trapos y piezas de tela que dieron lugar a las famosas jarapas, mantas alpujarreñas hechas de retales que hoy en día siguen presentes en Pampaneira y resto de la comarca como uno de sus productos estrella.
Otro elemento arquitectónico de gran interés, que comparte con los tinaos la condición de espacios semipúblicos, es el terrao. La disposición aterrazada de la edificación adaptándose a la topografía y el elevado grado de colmatación de las manzanas favorecen el uso de las cubiertas planas de launa como espacio de desahogo de las viviendas y de relación de sus habitantes. Así desde un punto de vista superior, los núcleos urbanos se perciben como un conjunto de paratas de tierra que constituyen las cubiertas de sus edificios, en perfecta armonía con la disposición de las parcelas agrícolas.