Dissidenten en el Festival Sulayr de Pampaneira, por José Miguel López.

Foto: Marivi Ibarrola. De dcha a izda, Uve Müllrich Dissidenten, Franco Battiato y José Miguel López. Estudio 1 de TVE en Prado del Rey, Madrid, San Isidro 1986.

Sábado día 1 de julio a las 23:30 en la Plaza de la Libertad.

Muchísimos os preguntáis que es eso de los Ritmos Étnicos. El nombre es la adaptación
española del Ethno-beat, etiqueta que colocaron en Berlín a la propuesta de Dissidenten, y que
luego pasó primero a Italia y el Reino Unido después. Estéticamente hablando la denominación
me parece perfecta pues agrupa dos conceptos dinámicos con proyección futura. Étnico es lo
que proviene de una determinada cultura, de un determinado grupo o entidad social. Y Ritmo
(Beat significa latido) entronca con el sonido beat de los sesenta, y con diversas significaciones
como una parte del compasillo, los Beat-les, el título de un disco de King Crimson, la generación
literaria de los poetas Beat de San Francisco en los años cincuenta, implicando a Paul Bowles,
que vivía en Tánger.
Que viva la disidencia
Uve Mullrich, líder de Dissidenten declaró en los años ochenta en el programa Discópolis:
“Nosotros somos de alguna manera disidentes del negocio musical angloamericano en Europa.
Vivimos en Berlín y allí sufrimos una gran colonización cultural e histórica. Todo lo que
tenemos es una excelente información de segunda mano siempre de bandas inglesas o
norteamericanas. Nosotros buscamos nuestras propias raíces ya que nadie hace música
absolutamente independiente, porque si lo hiciera no podría sobrevivir. Así que hay que
hacerse disidente de ese tipo de colonización, a pesar de que existan excelentes grupos.
Nosotros buscamos nuestras raíces y últimamente nos hemos orientado hacia zonas del
Mediterráneo para encontrarlas. En el Mediterráneo hay fuentes enormes llenas de
alternativas que pueden refrescar el poder que ejerce el Norte corrupto”. Uve Mullrich se fue a
vivir una temporada a Tánger, buscando la inspiración para el tercer elepé oficial.
Dissidenten nacieron de la escisión de varios miembros del grupo Embryo en 1980. Ellos, junto
a otros provenientes de la Nina Hagen Band, se fueron a la India y allí formaron el grupo.
Pronto se unieron al Karnataka College of Percussion y todos juntos actuaron un par de años.
Fruto de la colaboración surgió el primer disco Germanistan con tufillos hippies y una señora
llamada Ramanani dando unos gritos preciosos. Ese disco pasó desapercibido y sólo interesó a
gente inquieta próxima al jazz o a la vanguardia. Después Dissidenten se fueron a actuar con la
National Dance Company de Zimbawe, y ahí empezó a cambiar la cosa. Sólo cuando Mullrich
llegó a Tánger y se enrolló con el gran poeta berebere Cherif Lamrani el río recogió afluentes y
fue recibido masivamente por el público postmoderno. Italia fue el primer país, luego la propia
Alemania, algunos locos españoles y críticos ingleses como Andy Hurt que en el «Sounds» los
elogió por encima de los propios grupos británicos.
En 1985, tras asistir al Festival Folk de la UER en Suecia, recibí un disco vinilo acreditado a
Dissidenten & Lem Chaheb, que llevaba el título de Sahara elektrik. Cuando lo escuché caí
fulminado. Lo puse varias veces y la redacción comenzó a bailar. Llamé a mis amigos de la
emisión árabe de Radio Exterior para que me tradujeran lo que decían y también ellos se
pusieron a bailar. A ninguno parecía importarles las loas coránicas del texto, sino la inaudita
mezcla de estilos que había en la música. Alemanes arios rubios unidos en condición de
igualdad con bajitos morenos marroquíes. Rock con cantos magrebíes en equidad estética.
¡¡¡No había nada parecido!!! Berlín y Marrakech unidas por la música. Fue mi gran hallazgo, un
tesoro que empecé a pinchar en Radio 3 y que enganchó. No solo por sus cualidades musicales
sino por la propuesta ideológica que acompañaba. En una pegatina interior, el grupo definía su
estilo como Ethno-beat, un intento de buscar el trance a través del ritmo obsesivo de los
cantos tradicionales marroquíes con frenética instrumentación eléctrica. Ethno-Beat era un
término muy atractivo y una etiqueta estupenda….pero había que traducirla, porque si no
hubiera sido una cursilería emplearla sin más, dada la intensidad con la que se usaría durante
años. Así empecé a proponer el termino Ritmos Étnicos. Todavía no estaba de moda la
etiqueta World music, lo nuestro se llamaba Folk, para diferenciarlo del folclore tradicional,
pero aquello era mucho más. En cuestión de un par de años todo cambiaría.

Sahara Elektrik. 1985


La propuesta no fue sino una sabia mezcla de la estética internacional del rock con elementos
étnicos procedentes del Magreb. En 1984 grabaron su excelente Sahara Elektrik con un grupo
berebere marroquí llamado Lem Chaheb. El líder de ese grupo era un poeta de 45 años, Cherif
Lamrani, que por su edad no deseaba actuar en el tinglado del rock, aunque si capitaneara su
propio grupo en Marruecos. El encuentro con Hocine Kili, un individuo callado que conocía
profundamente los ritmos gnawas de su Agadir natal aumentó su potencial, ritmos
procedentes del África Negra Subsahariana fusionados con la música berebere autóctona. Si a
eso se le incluyen sonidos discotequeros o funkies de los ochenta con la tecnología del rock
actual, tenemos el Ethno-beat. El cuarto disco de Dissidenten, llamado Life at the Pyramids,
fue la consagración definitiva del estilo y del grupo. Ese disco llevó portada realizada en
Barcelona, durante la actuación del grupo en la sala Oto Zutz, e incluyó sorpresas como una
canción dedicada a Winnie Mandela, la esposa de Nelson, el líder surafricano encarcelado
entonces, o una canción titulada Mata Hari que fue todo un bombazo.
Desde entonces el grupo es muy querido en España. Durante muchos años el vitoriano Tomás
San Miguel se integró en el grupo. Algunos músicos vivieron en Madrid. Siguieron editando
discos, actuando en grandes festivales. Fueron mi grupo predilecto en Discópolis. Ahí siguen
con una propuesta vibrante, original, creativa y bailable.

José Miguel López
Discópolis