Espacios Sulayr, la singularidad del festival

Espacios Sulayr, Fotografía Ana Ruiz

Uno de los aspectos más singulares del festival es, sin duda, dónde se localizan las actividades, es decir, los espacios que lo conforman. Este evento “descentraliza” los conciertos y actividades paralelas a lo largo de todo pueblo, como si se tratara de los capilares de un cuerpo. Con ello queremos conjugar el valor del patrimonio local y los significados compartidos de los creadores, de los y las artistas. Así, se abre una oportunidad doble: por un lado, la de conocer y aprender sobre cómo es el municipio de forma cotidiana y, por otro, la de crear nuevos vínculos a través de las actividades artísticas y culturales. Todo esto configura una resignificación de los espacios, una mirada a la que se añaden los nuevos usos y que permite extender el festival más allá de las fechas estivales.
La mayoría de la programación se realiza al aire libre. En primer lugar, mencionamos como espacios centrales los llamados tinaos, conocidas soluciones alpujarreñas a modo de cobertizos o techados en las calles (compuestos de vigas o rollizos de madera, castaño en su mayoría, alfajías transversales y lajas de pizarra). Es en estos lugares donde recae el grueso de los conciertos de pequeño formato. Los tinaos conectan casas y espacios privados y durante el festival abren zonas únicas de hibridación artística alpujarreña. Otros espacios al exterior serán los entornos naturales como las eras de alrededor del pueblo, donde se podrá disfrutar del entorno plenamente campestre sin dejar de vincularnos con Pampaneira o los márgenes del río Poqueira. Entrando en espacios todavía al aire libre pero ya dentro de nuestros edificios, albergaremos conciertos en el patio del colegio, acogedor y familiar; en la Plaza de la Libertad, que es el punto cero del pueblo, vestido de tiendas y del bullicio de bares y paseantes; el lavadero, espacio altamente simbólico de las tareas femeninas del pueblo y fresco para quedar resguardados del calor estival. El lavadero nos permite dar cada año el pistoletazo de salida al festival y es nuestro primer escaparate musical.
Como espacios en interior, compartiremos la Historia del pueblo entre las paredes del Centro Nevadensis con actuaciones en vivo íntimas y con un aforo muy limitado; el interior de la Iglesia de la Santa Cruz, con una acústica inmejorable que protege de los sonidos callejeros; la sala de músicos, que es el punto de encuentro común de artistas; por último, como espacio más singular, los jardines y casas privadas de los y las habitantes del pueblo, que nos conectarán con las identidades más familiares y relacionadas con la vida diaria del pueblo, convirtiendo así a la vecindad en parte de la creación colectiva.

Miguel Ángel Bonilla Rodilla. Musicólogo